MARUXA
La obra
La ópera MARUXA se estrenó en el Teatro de la Zarzuela de Madrid el 28 de mayo de 1914 bajo la dirección musical de Pablo Luna y con Ofelia Nieto (recién cumplidos los 14 años) en Maruxa, Emilia Iglesias en Rosa, Sra. Ortega en Eulalia, Juan Corts en Pablo, Rafael López en Antonio, Francisco Meana en Rufo y Sr. Vela en un zagal.
Como no es raro en la zarzuela (a estos efectos MARUXA lo es), según confesión de Vives la víspera del estreno, ese día aun no había compuesto e instrumentado el preludio del segundo acto, página que se terminó el 28 de mayo a las 11 de la mañana. El éxito fue de tal envergadura que valió a los autores estentóreas aclamaciones del público puesto en pie y uno de los números que arrancó más ovaciones fue el preludio compuesto horas antes; también el Golondrón que se cantó tres veces (y que no pudo ser utilizado por sus contrincantes como plagio, ya que se copia a si mismo, puesto que anteriormente lo había compuesto como sardana) y también los dúos de Maruxa y Pablo y de Rosa y Pablo del primer acto, y el terceto de la carta, el nocturno de Pablo y el quinteto final en el segundo acto. Constatación del triunfo fue que la obra superó “la prueba del algodón…..taurina” es decir Vives y Frutos fueron sacados a hombros como Joselito y Belmonte y así llevados al café Fornos a las dos de la madrugada. La repercusión en la prensa fue asimismo extraordinaria y unánime, como lo acreditan las crónicas de “El Debate” y “La Epoca”. Siendo, además, significativa la opinión del gran tenor catalán Ricardo Viñas, que cita el Diccionario de la Zarzuela, al felicitar epistolarmente a Vives diciéndole: “La impresión que me produjo fue inmensa. Y satisfacción íntima, profunda, por ser la obra espontáneamente gigantesca de un catalán que sin discursos ha construido un buen trozo del edificio <Teatro Nacional>”.
El compositor
Amadeo Vives nació en Collbató (Barcelona) el 18 de noviembre de 1871 y murió en Madrid el 2 de diciembre de 1932. De niño estuvo internado en el Asilo de San Juan de Dios de Barcelona que le generó pésimos recuerdos pero que le dio la posibilidad de su primer contacto serio con la música en 1886: la Dirección de la Banda del Asilo de la misma orden en Málaga (donde un hermano suyo era sacerdote). Luego vuelve a Barcelona, pasando por una etapa en Toledo y componiendo en 1886 una sinfonía. En 1891 funda con Luis Millet el Orfeo Catalá y estrena diversas composiciones, destacando en 1894 L’Emigrant, en esos tiempos tuvo determinada relación personal y musical con el catalanismo. En 1897 marcha a Madrid compaginando su actividad principal de compositor de zarzuelas (salvo su ópera Arthus de 1897 y las Canciones Epigramáticas de 1915), con la de empresario de los Teatros de la Zarzuela, Cómico y Eslava, aventuras que algunas veces le depararon desastres económicos que no le conturbaron el ánimo. Resultando imposible relacionar sus obras, me limito a detallar las más significativas,: DON LUCAS DEL CIGARRAL (1899), LA BALADA DE LA LUZ (1900), BOHEMIOS y EL HUSAR DE LA GUARDIA (1904), LA GATITA BLANCA (1905), JUEGOS MALABARES (1910), LA GENERALA (1912), MARUXA (1914) DOÑA FRANCISQUITA (1923), LA VILLANA (1927) y LOS FLAMENCOS (1928), algunas de ellas en colaboración con Gerónimo Giménez, al que precisamente Vives bautizó con el apelativo de “el músico del garbo”. Estamos ante uno de los compositores más grandes de la zarzuela de todos los tiempos, con una formación intelectual y musical de primerísimo nivel, y que a los efectos “zarzueleros” que interesa a los aficionados constituye además una personalidad con criterios tan importantes que merecen un análisis más completo de sus opiniones, que dejo para otra ocasión.
El libretista
Luís Pascual Frutos, nació en Murcia en 1870 y murió en Madrid el 25 de diciembre de 1939. Alcanzó fama como poeta y como dramaturgo produciendo obras escritas con buen gusto y conocimiento de los recursos escénicos, en ocasiones en colaboración con otros autores como Antonio López Monis y Manuel Fernández de la Puente. Empezó a escribir para el género lírico a finales del siglo XIX, llegando su consagración de la mano de Pablo Luna con MUSETTA y MOLINOS DE VIENTO. También han pasado a la posteridad EL GUITARRICO de Pérez Soriano y MARUXA de Vives.